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Meta da señales de cambio, pero su impacto sigue en duda | Opinión | Cinco Días

Mark Zuckerberg está redefiniendo sus relaciones con Europa. El martes, criticó la normativa de la UE y se comprometió a colaborar con Donald Trump para “frenar a los gobiernos que hostigan a las empresas estadounidenses y presionan por una mayor censura”. La situación parece delicada para Bruselas, pero Meta no tiene todas las ventajas.

A priori, la táctica es una forma ingeniosa de matar varios pájaros de un tiro. Adherirse a una agenda de libertad de expresión MAGA mejora su relación con Trump. También ahorra un gasto que, junto con la seguridad, le ha costado 20.000 millones de dólares desde 2016. Y le permite arremeter contra la Ley de Servicios Digitales (DSA) de la UE, por la que esta puede multar a las plataformas con el 6% de su facturación global si permiten contenidos nocivos.

Es buen momento para contraatacar. Los comisarios con opiniones firmes sobre la regulación tecnológica, como Thierry Breton y Margrethe Vestager, se han ido. Ursula Von der Leyen ha puesto en pausa las investigaciones sobre las big tech, según Le Monde, quizá para evitar enemistarse con Trump. Y los líderes europeos temen incitar a la extrema derecha si se les ve limitando la libertad de expresión. Los líderes de las big tech podrían aprovechar el vacío. La UE ha sido criticada por ser más dura en la regulación de la IA que otras jurisdicciones. Intimidar a Bruselas puede ayudar a que sea más laxas.