"Restricciones a la variedad de tarjetas en EE.UU.: Un enfoque insuficiente | Análisis | Cinco Días"
Donald Trump ha desatado reacciones vehementes en Wall Street en torno a una promesa de campaña que busca limitar los tipos de interés de las tarjetas de crédito. En septiembre, Trump presentó una propuesta poco elaborada de establecer un límite temporal. La oposición de los grupos de emisores de tarjetas ha sido intensa. No obstante, el momento es propicio. La deuda acumulada en tarjetas de crédito en EE.UU. superó el billón de dólares en 2023, según la Reserva Federal, y los tipos de interés promedio han ascendido por encima del 21%. Aunque el aumento de los tipos de referencia contribuye a esta situación, no es la única explicación: en los años 90, los cargos eran más bajos, a pesar de que los índices estaban más o menos donde se encuentran actualmente. Además, la morosidad ha alcanzado su nivel más alto desde 2011.
Hay apoyo bipartidista para atajarlo. Los senadores demócratas Bernie Sanders y Elizabeth Warren estarían encantados de ayudar a Trump a limitar los tipos. Pero es probable que quieran hacerlo para muchos más tipos al consumo, para evitar el problema totalmente plausible de contagio que destacan los grupos comerciales si una industria de tarjetas más delgada rechaza a los prestatarios más pobres. Al fin y al cabo, los prestamistas de bajo importe atienden mayoritariamente a clientes con las puntuaciones crediticias más bajas, y parece que su popularidad aumentó tras la crisis de 2008.
El problema es que Trump no ha mostrado ningún interés en limitar las usureras tasas anuales del 400% de los préstamos de día de pago (a corto plazo y de alto coste). Su primera Administración hizo retroceder modestas regulaciones sobre la industria. Tampoco hay apoyo republicano a las soluciones públicas, como ofrecer préstamos de bajo coste en las oficinas de correos, que Warren apoya desde hace tiempo.