"Moha: de las calles de Guinea Conakry a convertirse en héroe sanitario en Almería"
Su vida es una fusión de nombres de municipios andaluces y naciones africanas. Ha transitado por diversas geografías, pero hay una constante: su sonrisa. El buen humor, la amabilidad, la cortesía y las ganas de aprovechar cada momento son las señas de identidad de Mohamed Saliou, reconocido por todos en Almería como Moha. A sus 21 años, abandonó su país, Guinea Conakry, cuando apenas contaba con 13. Recorrió 4.000 kilómetros y, tras 24 meses, logró cruzar a Europa en patera en su octavo intento. Desde su llegada a España en 2018, ha cursado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y se ha capacitado como Auxiliar de Enfermería y Protésico Dental. Su español, salpicado de expresiones tomadas de la serie *La que se avecina* y con un pronunciado acento almeriense, le permite narrar su travesía, así como compartir su vida cotidiana en el hospital Vithas, donde trabaja como celador. Su sueño es convertirse en médico. Después de jurar la bandera española, aguarda con emoción su pasaporte para poder reencontrarse con su familia biológica, mientras vive con su madre adoptiva, Pilar Carmona.
Cuando Moha, siendo un niño, habló con sus padres de sus intenciones de viajar a Europa, no lo tomaron en serio. “Lo digo todo sonriendo y no me creyeron”, relata. “Vivía bien, clase media, pero quería mejorar en Europa”, añade. Viajó por Mali y Argelia antes de llegar a Marruecos. Fue un trayecto largo, cansado, con paradas temporales para trabajar y conseguir dinero. Pasó por Casablanca y luego llegó a Tánger, donde le dijeron que podría subir a una patera. Cuando lo intentó por primera vez, su bote fue interceptado por la marina marroquí.
“Nos llevaron a comisaría, nos subieron a un autobús y nos soltaron en mitad del desierto, cerca de la frontera”, recuerda. La situación se repitió siete veces con el mismo resultado, hasta que un amigo le recomendó probar desde Nador. De allí recuerda los días de espera en la montaña, las carreras de madrugada ante las redadas policiales y también el viaje junto a otras 47 personas. Aquellas 24 horas se le hicieron eternas. “Fue un infierno: es una experiencia que no deseo ni a mi peor enemigo”, destaca. Tuvieron suerte. Salvamento Marítimo los rescató. “Soy muy afortunado, muchos amigos han fallecido en el Mediterráneo. El último hace solo dos meses. Hablé con él antes de subir a la patera y, dos días más tarde, me enteré de que había muerto. Es durísimo”, lamenta.